PROCESO DE DISCUSION POLITICA
Declaración de guerra al Japón
El Presidente de la República, Juan Antonio Ríos, realizó lo impensado: declaró la guerra a Japón, una potencia militar en plena Segunda Guerra Mundial (1939-1945).
Japón ya había avanzado en el Sur de Asia e incursionaba por el
Pacífico. Ante esto, el Mandatario chileno, supuestamente bajo grandes
presiones del extranjero, declaró la guerra al país nipón.
La
votación de la cámara aprobó en segundo y último trámite el proyecto de
ley por el cual se autoriza al Presidente de la República para reconocer
el estado de guerra entre Chile y Japón.
El decreto
Artículo 1°.- El Presidente de la República, en nombre del Gobierno de Chile, reconoce y declara el estado de guerra con el Gobierno Imperial del Japón.
Artículo 2°.- Los Ministerios del Interior, Relaciones Exteriores y Defensa Nacional, dictarán y cursarán, de conformidad a sus respectivas atribuciones legales, las disposiciones complementarias que correspondan.
Artículo 3°.- El presente decreto será firmado por todos los Ministerios de Estado, Juan Antonio Ríos (Presidente), Alfonso Quintana Burgos, Arnoldo Carrasco, Joaquín Fernández, Alejandro Tinsly, Santiago Labarca, Enrique Marshall, Eugenio Puga Fischer, Gustavo Lira, Manuel Casanueva, Mariano Bustos, Sótero del Río.
Rompimiento de relaciones con el eje
Como había ocurrido en los dos años
y medio precedentes, en 1942 Chile no tenía interés alguno
en romper las relaciones diplomáticas con el Eje. Las motivaciones
aducidas para justificar la neutralidad, en los meses que
precedieron a la ruptura, fueron esencialmente dos: la
actividad de espionaje ya estaba bajo estrecha vigilancia;
Chile estaba cumpliendo por completo los compromisos en materia
de defensa y solidaridad continental porque había concedido a
Estados Unidos el tratamiento de nación no beligerante, abasteciéndolo
abundantemente, y según los chilenos también generosamente,
de materiales estratégicos. Ir más allá no se podía
también porque "la ruptura o la declaración de guerra tenía que
plantearse sobre una razón específica, como había hecho
Estados Unidos"265. Hubo, obviamente, el revés
de la medalla. Aunque, para la admisión de los mismos
dirigentes chilenos, la neutralidad resultaba difícil de
administrar ante todo con respecto a las relaciones con EE.UU.,
no parece que ellos fueran realmente conscientes de las repercusiones
que implicaba el mantenimiento de las relaciones con los países
fascistas. O, más sencillamente, subestimaron las consecuencias
negativas hasta el punto de poner en peligro la economía del
país.
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